Santiago Tejedor en el desierto

El Proyecto

Este Manual para la creación de guías de viajes. Cómo contar el mundo en la era COVID-19 es un intento de responder a las necesidades que la pandemia del coronavirus ha generado en el sector de los viajes. La forma de viajar, la manera de presentar y contar los destinos, las exigencias (y las necesidades) del viajero… Muchas cosas se han visto alteradas en un “territorio” que, desde hace ya un tiempo, demandaba un necesario y urgente ejercicio de reinvención, redefinición y búsqueda. Ahora, esa tarea se ha tornado inevitable. Por ello, cuando, en pleno confinamiento escribía las páginas de este libro (entre Barcelona e Ibiza) tuve muy claro algunas directrices:

Es un viaje inacabado

Este manual quiere ser un punto de partida y, por otro lado, una cartografía. Esto es: busca identificar posibles caminos para renovar el sector de las guías de viajes en un contexto impactado por las aceleradas redes sociales y por la honda transformación del perfil de los viajeros. Por eso, es un viaje inacabado. El sector de las guías viajeras ha de estar constantemente preguntándose qué, cómo y para quién. Existen experiencias y propuestas de gran valor y riqueza: valientes, originales y disruptivas. Sin embargo, el desafío es perenne. Nos toca, desde la academia y la industria, tender puentes para seguir buscando, investigando, proponiendo y creando. Es un viaje inacabado y profundamente estimulante.

El viaje al otro

Ahora, más que nunca, las guías de viajes y los que nos dedicamos a esto de recorrer y (tratar de) contar el mundo, hemos de comprender la importancia de la otredad. El coronavirus ha dinamitado los avances logrados, con tiempo y esfuerzo, en ese particular viaje al otro. Ahora todo se ha tornado extraño, sospechoso, amenazante. Este escenario demanda de una refinada pedagogía viajera. Y es muy importante. Quizás, es lo más importante.

Las historias

Son la fórmula mágica, el ingrediente indispensable, la piedra filosofal. Las historias –a diferencia de los datos– no caducan. Y nos gustan. Nos gustan desde siempre y sirven para muchas cosas: ayudan a recordar, contextualizan, emocionan… Nos gusta oírlas; nos gusta escucharlas. Y, por encima de todo, conectan. Nos conectan con un lugar, con una atmósfera, con otros seres humanos. Los creadores de guías de viajes (editores, redactores, ilustradores…) son y será inevitablemente buscadores y contadores de historias. Pero cuidado: El periodismo de viajes es también un periodismo de denuncia. Por tanto, contaremos historias de todo y de todos. Desde todos los ángulos y desde todas las miradas. Desde la luz y desde la oscuridad. Es un buen momento y una fértil oportunidad de visibilizar lo que, durante tanto tiempo, quedó fuera de unos relatos que, muchas veces, pecaron de un talante enciclopédico; de una mirada sesgada y de una visión edulcorada de la realidad. Y no olvidemos también que el lector quiere participar. Dejémosles, por tanto, un espacio para que cuenten su historia o para que terminen la nuestra.

La oportunidad

Las guías viajeras han de aprovechar la oportunidad fantástica que nos ofrece el ciberespacio. Desde el papel podemos conectar atributos y recursos. Y, desde esa sobada lógica transmedia, podemos (¿debemos?), conectar plataformas. La realidad aumentada, la virtualidad, el podcast, la geolocalización, la gamificación… nos ofrecen una oportunidad maravillosa de contar los viajes a partir de relatos líquidos, hipermediales e interactivos que sumerjan al usuario en historias convertidas en auténticas experiencias sensoriales.

Y termino: como este viaje es un viaje inacabado, te necesitamos. Aprovechemos esta plataforma para seguir en contacto, para idear proyectos, para seguir ideando historias viajeras. Encantado de seguir compartiendo propuestas e inquietudes. La metáfora es el viaje. También, la respuesta, la pregunta, el mapa y el camino.

Como empezar un viaje…

Estar con alguien sin estar enamorado debe ser duro, triste y también bastante difícil. Como engañarse cada segundo (a uno mismo y a otro). Como alejarte de lo que eres y de lo que podrías ser. Como ser mentiroso y “mentido”. Como despertar cada día apagado. Como confundir estabilidad con felicidad. Como equivocar “solo” con “soledad”. Como vivir en un lugar que no es el “tuyo”. Como no aceptar que “esto” tiene algo de aventura. Como no anhelar retos. Como no haber echado de menos. Como no haberse perdido. Como no imaginar países y lugares. Como no haber intentado alguna vez tocar el horizonte. Como tener miedo a intentarlo. Como pensar que siempre se ha de ganar. Como creer que perder es algo malo. Como ir cada día a un trabajo que no amas. Como no tener sueños. Como morir viviendo. Como estar solo estando con alguien. Como no quererse –al menos– un poco. Como no arriesgar nada nunca. Como rodearse de muros y murallas (invisibles). Como desaprovechar este regalo que es vivir…  Como empezar un viaje pensando en volver. (Escrito en un hotel, un domingo, en República Dominicana). ST.